Estamos en un helicóptero pensando en demasiadas cosas mientras tú me dices que mire por la ventana. Me asomo y veo un montón de edificios intentando tocarnos. Permanecemos tendidos en medio del aire y yo no puedo parar de pensar y se me remueve el estómago y me agacho porque siento que voy a caerme. Y me caigo porque nadie me coge de la mano. Me caigo y con toda la suerte del mundo aterrizo sobre la gente que me quiere y que ha venido a abrazarme y a pasarme canciones y a traerme comida y a transitar a mi lado toda mi tristeza. Y entonces me tumbo y me pongo a mirar todos los colores del cielo. Los de la mañana, los de la tarde y los de la noche. Y después me vuelvo a ir. Mi mejor amigo viene corriendo y me deja su chaqueta para que no pase frío y me lleva la mochila y me acompaña y yo siento que soy demasiado sensible para este mundo y demasiado sensible como para poder soportar un pensamiento más en mi cabeza o en mis manos. Soy un ente rebosante de recuerdos que me asfixian. Recuerdo hasta las baldosas que pisaba en verano en el paseo de la playa mientras pensaba en lo feliz que estaba siendo y en lo feliz que podía llegar a ser y en lo lejos que estaba llegando. Miro las olas del mar en mi pensamiento y me digo que jamás volveré a ser aquella persona que fui porque me tuve que ir por sitios que no pensaba. Y ahora tendré que hacer lo mismo. Iré caminando de aquí para allá entre el aburrimiento y el dolor y entre el deseo y la indiferencia y entre la inspiración y la apatía, como siempre. Si la vida es tan sólo esto yo me quiero bajar, pero sólo por el hecho de querer bajarme creo que prefiero quedarme un rato más. Podré seguir yendo a pasear por la montaña y bailar con mis amigas y hacer la compra con los auriculares puestos, volviendo a sentir ilusión por las cosas. Viviré en una casa linda donde guardar mis cosas y no perderlas de vista. Abriré puertas y ventanas y las volveré a cerrar para luego abrirlas de nuevo. Y después pondré cortinas blancas que vayan del cielo al suelo y que se muevan con el viento y sentiré que estoy en paz. De mi cuerpo podrido brotarán flores y yo estaré en ellas y eso será la eternidad.